25-29 de diciembre: Fiestas Navideñas

Después de peregrinar a lo largo de las semanas de Adviento, en la espera del nacimiento del Salvador, nuestra espera ha llegado a su fin: nuestro Salvador ha nacido y la fiesta de la Navidad nos llena de alegría, porque “con la encarnación del Verbo, el Creador ha sellado con nosotros un pacto de alianza eterna.”

Pero es preciso que, todos y cada uno de nosotros, encontremos el sentido profundo de esta fiesta en nuestras vidas. Que la palabra de Dios que hemos escuchado y la Eucaristía que hemos celebrado, nos ayuden a acoger la venida del Señor en lo profundo de nuestro corazón.

La Navidad no es un simple hecho histórico, sino algo que se prolonga hasta el final de la historia, signo de nuestro misterioso renacer a la vida divina; y este nacimiento nos hace personas nuevas, que debemos sentir, pensar, amar, y obrar de manera nueva. Dios ha venido hasta nosotros, pequeño y en un pesebre, para que comprendamos que, en la pequeñez, está el camino y la puerta para llegar y encontrarse con Él.

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