15-16 de noviembre: Una Llamada a la Lucidez

¿Cuál fue el comportamiento de Jesús en materia de convicciones y tolerancia? ¿Encontraremos en Él alguna orientación para nuestras vidas de creyentes? Parece que nadie pudo tildarle de fanático; más bien algunos le consideraron “flojo” tanto en sus prácticas religiosas como en sus opciones políticas. No pudieron arrancarle una condena explícita de la ocupación romana ni que demostrase su fidelidad a la alianza evitando el trato con pecadores. En uno y otro campo tenía mucho mayor amplitud de miras.

Pero Jesús se dejó ajusticiar por su forma de entender la fidelidad. Fue constante y coherente en su presentación del proyecto del Padre, y el riesgo de morir no le llevó a desdecirse de nada, ni al más mínimo disimulo. La causa para la que vivió era para Él de más valor que la propia vida. Y sin embargo no fue un amargado o agresivo contra sus contemporáneos, ni los menospreció: lo suyo fue la comprensión de debilidades sin renunciar a altos ideales. Vivió las grandes convicciones, mostrando que sin ellas la vida no vale la pena. Y el desprendimiento de ventajas personales fue su garantía de veracidad. ¡Una llamada a la lucidez y a la recuperación de elevados ideales, a vivir para grandes causas, sin sucumbir a la tentación de eliminar a quien no las perciba!

Oremos. “O Dios, no permitas que ocultemos su luz o que ensombrezcamos las vidas de nuestros prójimos. Danos unos ojos claros y limpios, y haz que seamos luz para los que viven sin esperanza. Te lo pedimos por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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