28 de abril: El Día del Señor

“Yo soy la verdadera vid…”

Dios es el viñador que cuida su vid y la poda de manera que no le falte nada. (Juan 15, 1-8) Nosotros somos los sarmientos, a través de los cuales Jesús produce frutos. Es decir, Jesús no tiene hoy día otros medios de hacerse presente entre los hombres para continuar su obra que nuestras propias personas. Es así como Dios lleva adelante su historia de salvación. Y Jesús nos habla de cómo se realiza esa colaboración.

En primer lugar hay que permanecer unidos a Él para que su vida pueda circular por nosotros. Pero no es un permanecer estático sino dinámico, que pone en juego todas nuestras posibilidades, a través de una escucha atenta. A través de la acogida con fe de su Palabra, Jesús nos purifica y nos limpia para que podamos producir frutos. Su Palabra tiene esa fuerza de salvación que se despliega en el creyente. Esa Palabra se hace vida y nos lleva a guardar su Palabra, sus mandamientos, sobre todo el mandamiento del amor. (1 Juan 3, 18-24)

¿Cómo podemos dar mucho fruto? ¿Cómo podemos ser portadores del amor de Dios e incluso llegar a dar la vida por Él? Siguiendo su ejemplo, viviendo unidos a Él como el sarmiento a la vid y recordando que no todo es fácil en este camino. Miramos a la Cruz y comprendemos qué difícil es llegar hasta el final. Pero, unidos a la vid, podemos con todo.

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