8-9 de enero: Preparándonos Para Celebrar La Misa Dominical

“Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado.” Esta frase del Evangelio de la Misa de hoy nos puede recordar las muchas “filas” que hemos podido ver en estos días: filas para vacunarse, filas para hacerse un test o ser atendidos en el ambulatorio, filas de personas que necesitan ayudas para poder comer, las filas de parados ante las oficinas de empleo, y tantas otras. Muchas de estas filas son filas “de la vergüenza,” porque sólo se ponen en ellas los más necesitados, los que no tienen otros recursos para conseguir rápidamente lo que necesitan. Y el Evangelio nos sitúa a Jesús en una de estas filas, mezclado con la gente, con los pecadores y necesitados, recibiendo el mismo Bautismo que ellos.

Jesús no necesitaba convertirse, ni pedir perdón, ni prepararse para la llegada del Mesías que anunciaba San Juan el Bautista, claro está. Pero ya vemos un rasgo esencial de la personalidad y la misión de Jesús: estar cerca, mezclarse e implicarse en las necesidades, esperanzas, ansias, y sufrimientos de su pueblo. Al mezclase Jesús con todos ellos, y unirse a la cola de los que se meten al agua, está mostrando que su verdadera vocación es servir y entregarse a la persona herida, estar junto al pueblo necesitado de compañía, de atención, de estímulo, de consuelo, y de liberación.

Para nosotros ser Bautizado significa unirse a su causa, a su misma misión. Significa empezar a llenar la historia de cada día de “Vida” y del Espíritu que hemos recibido.

Según el Papa Francisco: “El Bautizado se plantea no tanto ‘¿qué puedo yo hacer?’ sino más bien: ‘¿qué estoy dispuesto a hacer?’ El Bautizado elige un día conscientemente tener como criterio vital la lucha por la vida digna, hacer que todo sea más humano, ayudar a que todo hombre descubra que es un ‘hijo amado de Dios,’ y viva con gozo y esperanza, olvidándose de sí mismo. Está muy atento a lo que necesitan los otros. Y según la vocación que cada uno va descubriendo, decidimos vivir entregando la vida a Dios a través de las personas más débiles de nuestra tierra.

Oremos. “Padre, por medio de Jesús, todos y cada uno de nosotros hemos llegado a ser tus hijas e hijos queridos. Cólmanos con el fuego del Espíritu Santo que guio a Jesús en su vida y en su muerte. Que ese mismo Espíritu nos haga libres para servirte a ti y para servirnos unos a otros con un amor desinteresado, generoso y agradecido. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro Señor. Amén.”

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