Durante el Tiempo de la Pascua, celebramos la sanación y la vida poderosa del Cristo Resucitado. ¿De qué maneras podemos nutrir esa vida más allá de las puertas del templo, en nuestra vida diaria?
Acercándonos más a Jesús: recibiendo la Comunión regularmente durante la temporada, celebrando el Sacramento de la Reconciliación, tratando de dejar que nuestra vida espiritual sea formada por los tesoros espirituales del Cuerpo de Cristo entero (leyendo las Escrituras, ofreciendo el Rosario, y ayudando a nuestros vecinos prácticamente), y saliendo al mundo y siendo testigos verdaderos.
Oremos. “Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que siendo Dios vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.”
