6-7 de agosto: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

San Lucas es el Evangelista que más insiste en el peligro de las riquezas, la dificultad para despegar el corazón de los bienes. El dinero y las posesiones dan sensación de seguridad, adueñándose de nuestros afectos. Jesucristo no condena el dinero ni la posesión. Advierte de su complicada gestión por nuestra parte, no por culpa de los bienes en sí, moralmente neutros; estamos tentados siempre a inclinarnos al mal uso y una relación desordenada con ellos. El rico (en la Parábola) fue insensato por poner en ellos su confianza, debida solamente a Dios. Jesús nos dice que no podemos servir a Dios y al dinero – confiamos en uno o en otro. Donde pongamos nuestro tesoro, ahí estará nuestro corazón.

Los que nos reunimos en la Eucaristía dominical sabemos lo que Dios quiere de nuestras vidas. Es nuestra responsabilidad discernir de lo que sus designios implican para nosotros en las circunstancias particulares de nuestras vidas. Pero no dudamos, sin embargo, de que Él es nuestro Dios, a quien servimos en los demás. Hemos de encontrar alegría en el cumplimiento de sus mandatos.

Si vivimos nuestra fe con gozo, si nuestra religiosidad expande nuestras capacidades, si estamos contentos de ser seguidores de Cristo, la fidelidad y vigilancia nos vienen dadas por sí solas. Nunca temeremos la llegada del Señor. Siempre estaremos en disposición para el Señor, que llega a nuestra vida en cada persona y en cada acontecimiento.

footer-logo
Translate »