5 de mayo: Tiempo Pascual

En los días y en las semanas que siguieron al descubrimiento de la tumba vacía, los Evangelios nos dicen que los amigos de Jesus lo encontraron una y otra vez: en Jerusalén, en Galilea, en un recinto cerrado, y a la orilla de un lago. Jesús se adentró en su temor y en su confusión y compartió con ellos: la paz y el perdón; el poder de perdonar en su nombre; y la invitación a una fe mas profunda. Él compartió con ellos también: un llamado a alimentar a sus ovejas; la misión de Bautizar al mundo entero; y la seguridad de que estaría siempre presente con ellos.

Durante del Tiempo de la Pascua, escuchamos las Escrituras, oramos, y compartimos la Eucaristía. Caminamos con los Apóstoles en esta misma jornada con Jesús Resucitado. Reunidos (y no importa si es con temor y confusión), Jesús también nos asegura a nosotros que Él siempre estará con nosotros, que Él está con nosotros ahora, y nosotros (su Cuerpo – llenos del mismo Espíritu que llenó a los primeros Cristianos en Jerusalén) tenemos ahora la misma misión.

Oremos. “Jesús Resucitado, estamos peregrinando durante de la temporada Pascual para celebrar tu Resurrección y agradecerte que por amor nos has librado del pecado y de la muerte. Te pedimos que colmes de tu luz y tu gracia nuestro corazón para que sepamos descubrirte vivo y presente a nuestro lado y convertirnos en fieles y gozosos testigos tuyos. Amén.”

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