5 de marzo: Menú Cuaresmal

El Papa Francisco ha comentado: “La misericordia es el vino nuevo de la viña del Señor. La gran novedad del cristianismo: un Dios que, a pesar de estar desilusionado por nuestros pecados, no olvida su palabra, y sobre todo no se venga. ¡Dios no se venga! Dios ama y nos espera para abrazarnos. Cada cristiano tiene la misión de ser la viña del Señor en todos los ambientes incluso en los más alejados, y llevar allí el vino nuevo de la misericordia del Señor.”

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MENÚ CUARESMAL (RECOMENDADO):
Como plato fuerte – exquisita caridad para con el prójimo. Caldo – de atención a los desamparados y enfermos. Ensalada – de detalles de afecto para los suyos. Pan abundante – para compartir con el hambriento. Vino de alegría y misericordia – para convidar a los tristes y desanimados. Sopa de letras – para escribir más seguido a familiares y amigos. Sopa de zanahoria ­– para ver con buenos ojos a los demás. Pan bendito ­– para los afligidos, ya que “las penas con pan son menos.”

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¿Por qué los católicos hacen ayuno y abstinencia en Cuaresma? Es necesario dar una respuesta profunda a esta pregunta, para que quede clara la relación entre el ayuno y la conversión, esto es, la transformación espiritual que acerca el hombre a Dios.

El abstenerse de la comida y la bebida tienen como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como “actitud consumística.” Tal actitud ha venido a ser en nuestro tiempo una de las características de la civilización occidental. El hombre, orientado hacia los bienes materiales, muy frecuentemente abusa de ellos. La civilización se mide entonces según la cantidad y la calidad de las cosas que están en condiciones de proveer al hombre y no se mide con el metro adecuado al hombre.

Esta civilización de consumo suministra los bienes materiales no solo para que sirvan al hombre en orden a desarrollar las actividades creativas y útiles, sino cada vez más para satisfacer los sentidos, la excitación que se deriva de ellos, el placer, una multiplicación de sensaciones cada vez mayor.

El hombre de hoy debe abstenerse de muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos: ayunar significa abstenerse de algo. El hombre es él mismo solo cuando logra decirse a sí mismo: “No.”

No es la renuncia por la renuncia: sino para el mejor y más equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores, para el dominio de sí mismo.

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