4 de febrero: Amabilidad

La amabilidad es la “disponibilidad al trato benévolo y delicado con los demás.” Según las Escrituras, “Los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, y dominio de sí mismo.” (Gálatas 5, 22-23)

Se es amable, naturalmente, cuando se tiene aprecio de la dignidad del hombre y cuando se reconoce también que todo lo que nos rodea, animales, plantas, y cosas, tienen una especial dignidad. Somos amables si somos amigos, desde siempre, del mundo que nos rodea o si nos hemos reconciliado con él.

La amabilidad nace de esos buenos sentimientos que el hombre alberga por el simple hecho de ser imagen misma de Dios. O se es amable, principalmente, por el amor que se tiene a toda criatura por ser obra de Dios. Por su parte, quien es amable con los demás se convierte en “digno de amor,” que de hecho, es la traducción exacta del latín amabilis del cual proviene nuestra palabra en español.

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Cuentan de Víctor Hugo, un genio de la literatura francesa, que al salir de una fiesta se encontró con un limosnero que le pidió una moneda. El famoso escritor vivía una situación de pobreza típica de los intelectuales, se llevó la mano a la bolsa y no encontró ni una moneda. “Perdóname hermano, no tengo nada que darte,” le dijo. “Ya me diste: me llamaste hermano,” contestó el pordiosero.

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