30 de septiembre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

El cristianismo, nuestra práctica de la religión, está lleno de palabras hermosas. Pero las palabras no lo son todo – a veces ni siquiera son lo más importante. En la vida católica, lo más importante son los hechos, los hechos de vida, y las demostraciones prácticas de que creemos en un Dios de amor. Lo más importante también son los testimonios vivos de que confiamos tanto en Dios que no tenemos miedo a nada ni a nadie, la fraternidad vivida día a día, junto a cada persona y su necesidad concreta.

Así, ante Dios, ni cuenta el estar repitiendo todo el día “Señor, Señor” (Mateo 7, 21), sino cumplir su voluntad, una voluntad que no es difícil de conocer, pues su Palabra es clara y constante. Su Palabra siempre nos recuerda que Dios quiere derecho y justicia, que quiere amor y fraternidad, que quiere paz y unidad entre nosotros, y que quiere que vivamos con dignidad y que alcancemos un día, junto a Él, la plenitud de la vida.

Según el Santo Padre Francisco: “La palabra hay que vivirla. No es suficiente con afirmar el ‘amor a la Iglesia.’ Tenemos que comprometernos con ella en el camino de fidelidad al Evangelio. No basta con declararnos ‘servidores del mundo,’ si no tiramos fuerte para que la historia avance. ¿De qué sirve hablar de amor, de fraternidad, y de justicia… si solamente hablamos?”

footer-logo
Translate »