21 de julio: Mirando con Amor

La comunicación humana depende de muchas más cosas que de las palabras. Qué distinto es cuando hay “sintonía” o concordia entre dos personas que cuando no la hay. En el primer caso, se intuyen muchas cosas y se suele interpretar bien lo que la persona quiere comunicar. En cambio, cuando no hay buen ambiente, es frecuente que las palabras se malinterpreten, reavivando el conflicto.

Esto, que nos pasa entre las personas, nos puede pasar también con Dios. Por eso ante Él, como ante los demás, viene bien ser conscientes de cómo nos presentamos: si con un corazón abierto, transparente, o bien con un corazón endurecido, por el motivo que sea.

Dicen que sólo desde el amor se conoce de verdad. Porque el amor es capaz de ver más allá, más adentro, más verdaderamente. Dios nos mira con amor infinito, por eso nos conoce mejor que nosotros mismos. Ojalá que nosotros podamos mirar a Dios y a las personas con amor, porque será como podamos conocerle y conocerlas de verdad.

Oremos. “Padre bondadoso, haznos atentos a las palabras que Jesús nos dirige y sigue avivando en nosotros el amor que nos ha mostrado. Que nuestra fe sea mucho más que fórmulas ineficaces que no cambian la vida. Haz que la historia de nuestra propia vida les muestre a los que nos rodean que hemos entendido cuánto te preocupas tú por nosotros y que te respondemos con todo nuestro ser, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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