2 de marzo: ¿Funciona realmente la oración?

Estamos orando por las familias y por los seres queridos de aquellos que han muerto durante del tiempo de la pandemia. Estamos pidiendo, en especial que los traumatizados encuentren consuelo y sanación. Y nos entristece ver que, a veces, el simple acto de elevar nuestras oraciones se está volviendo algo controvertido y complicado en nuestra sociedad.

En los programas de noticias y en los medios de comunicación social, hubo algunos políticos, periodistas, y otras personas que estuvieron criticando a la gente por orar, diciendo que la oración es “inútil,” y sugiriendo que la oración es una excusa para no abordar los desafíos que enfrentamos en el mundo. Supongamos que esto es un signo que indica hacia donde se dirige nuestra sociedad secular. Es lamentable, pero hoy en día mucha gente no ve cómo la mano amorosa de Dios está actuando en el mundo.

Una sociedad secular tiende a ver sólo las causas materiales y sus efectos. Así que cuando tenemos problemas, buscamos “soluciones” técnicas, nuevas leyes y procesos, y nuevas tecnologías. La oración parece irrelevante porque no contribuye a una “solución” o a producir “resultados.” Pero los críticos seculares de la oración plantean preguntas que nosotros tenemos que tomar en serio. ¿Por qué deberíamos de orar y qué podemos “esperar” cuando oramos? ¿Qué bien se logra? “¿Funciona” realmente la oración?

Jesús oraba todo el tiempo y les enseñó a sus seguidores a orar como niños que hablamos con nuestro Padre. Dijo que Dios siempre está escuchando y que nos cuida con el amor de un Padre bueno. Jesús nos enseñó a pedir cosas específicas: el pan de cada día, la fuerza para luchar contra la tentación, y la liberación del mal. Él nos enseñó a orar y a esperar respuestas. “Pidan y se les dará,” dijo. Así que es natural que nosotros, que seguimos a Jesús, recurramos a Dios en nuestras necesidades y, también, que oremos por los demás.

Orar por los demás es el principio de la compasión. La oración nos lleva a sufrir con los que sufren, a trabajar por la justicia, y a ser instrumentos de la compasión y de la misericordia de Dios. En este tiempo de Cuaresma (y también de pandemia), pidámosle a nuestra Santísima Madre María que toque los corazones de aquellos que aún no creen y que todavía no pueden encontrar la razón para orar. “Dios te salve María…”

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