2-3 de octubre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

“No es bueno que el hombre esté solo,” nos va a decir el  Libro del Génesis en la Misa del domingo. 

Hay muchos tipos de soledad: está la ‘soledad social,’ en que la persona no tiene a nadie; la ’emocional,”‘en que nos sentimos rechazados y echamos de menos, y un tercer tipo de soledad de la que a menudo no se habla es la ‘soledad existencial.’ Es decir, la sensación de no poder conectar con los demás, de sentir que nos falta propósito, y eso está muy ligado al sentido de la vida.”  (Javier Yanguas)

Hay quienes sufren la soledad de ir perdiendo – por el inevitable paso del tiempo, o por tenerse que trasladar fuera de donde siempre vivieron, o por otros motivos –  a casi todas sus amistades, y a su propia pareja. Y eso “no es bueno.” Otros viven aislados por problemas de salud, por pérdida de poder adquisitivo, por haber tenido que dejar su patria, porque se rompió su familia… Y esto tampoco “es bueno.” Y otros se encuentran “solos” porque no se ven capaces, o no se dan permiso para compartir su mundo interior, sus deseos, sus sueños, sus preocupaciones, y sus miedos… ni con sus “amigos” (entre comillas), ni con su familia, ni con su pareja… La pandemia del coronavirus no ha hecho sino ampliar y multiplicar la soledad de muchos.

Ninguna de estas cosas es buena y este “signo de los tiempos” nos hace sentir una llamada urgente a que todos los creyentes salgamos de nuestras “soledades” y busquemos caminos para tender puentes, para interesarnos mucho más por los otros, para acercarnos, para propiciar encuentros, para reducir soledades, y para profundizar y cuidar nuestras relaciones.

Oremos. “O Dios, fuente y origen de todo amor, bendito seas por tu ternura inscrita en los corazones de los miembros de tu pueblo; bendito seas por darnos a tu Hijo como prueba y señal de tu fiel amor. No permitas que separemos lo que tú has unido: esposos y esposas, padres e hijos, tu Hijo y la Iglesia, amigos en sus penas y alegrías. Que todos vivamos en tu amor, creativo y eterno. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.”

 

 

 

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