18 de enero: En Este Mundo Frágil e Incierto

“Los caminos de Dios no son nuestros caminos…” Lo débil atrae la fuerza de Dios. Él confunde a los poderosos seleccionando a los que menos cuentan y a los inhábiles para realizar su trabajo. Esta perenne inversión de valores se encuentra en las historias de la vocación y elección del Antiguo Testamento, como la de David (Primer Libro de Samuel 16, 1-13), y se profundizará y se presentará como fundamental en el Nuevo Testamento. ¿No es acaso el “escándalo de la Cruz” la expresión más profunda de esto?

En este mundo frágil e incierto, buscamos una luz, un rayo de esperanza que ilumine desde lo alto. En medio del mal, anhelamos la bondad. Buscamos todo lo bueno que hay en nosotros, pero la debilidad nos abruma y la esperanza nos falla. Nuestra confianza descansa en el Dios al que adoramos. Dios, en su sabiduría, puso en nosotros la esperanza de una intervención divina; pero no esperábamos que interviniera a través de una persona, el Señor mismo, que se hizo luz entre nosotros. Dios superó todas nuestras expectativas e invirtió nuestros valores. El don de Dios es un “espíritu de fortaleza y amor.” No es confiando en nuestras propias fuerzas y en nuestras capacidades como avanzamos hacia la luz plena, sino poniendo nuestra confianza en el Espíritu Santo.

Oremos. “O Dios, danos tu gracia y envíanos al Espíritu Santo que nos colme con tu amor, para que sepamos buscar siempre nuevos caminos para así alcanzarte a ti y a los hermanos y hermanas. Concédenoslo por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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