Tiempo de Prueba

El coronavirus es un “suceso” inesperado en nuestras vidas. Nadie imaginaba las consecuencias que iba a tener en el desarrollo normal de nuestras actividades, pero es tan real como que en algunos lugares (como aquí en Portland) ya se viven medidas tan drásticas como el aislamiento, la limitación de viajes y reuniones, o la saturación de hospitales. Estamos en plena Cuaresma y esto nos puede ayudar a vivir el coronavirus con un sentido cristiano. ¿Por qué no encajar el coronavirus con la Cuaresma entendida como conversión y acercamiento a Dios? El coronavirus es algo que nos viene dado, pero cada uno puede hacer de esta etapa lo que quiera: unos días de queja estéril y mal humor, o un período de crecimiento personal y de acercamiento a Dios.

Oración: El coronavirus nos puede ayudar a levantar la mirada al cielo, a recordar que somos vulnerables. Con facilidad olvidamos que estamos en las manos de Dios. Ahora que olemos la posibilidad de caer enfermos o que tememos por la salud de nuestros seres más queridos, sabemos que Dios está siempre con nosotros y cultivamos la esperanza. Ayuno: El coronavirus comporta un cambio de planes. No podemos viajar, se limitan los desplazamientos, se cierran las escuelas y los comercios. Seguro que cada uno de nosotros sabe en qué cosas esto supondrá un sacrificio, una forma de ayuno. Y la nota propia del cristiano es la alegría, incluso en medio del dolor, de la incomodidad y la preocupación. Limosna: El espíritu de penitencia se manifiesta en darnos y dar de lo nuestro. No olvidamos a nadie. Por eso sacrificarnos pensando en la salud de las personas que corren más riesgo es un deber que cumpliremos gustosamente.

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