“Que la Paz Sea con Ustedes”

Como sabemos, estamos viviendo en un momento de conflicto y de agitación en nuestra ciudad y en otras ciudades de nuestro país. Queremos orar juntos hoy por George Floyd, quien fue asesinado, y por su familia. Y oremos por todos los que están trabajando para poner fin a la injusticia del racismo en nuestra sociedad. Es una triste verdad que hemos tolerado el racismo por mucho tiempo ya en Estados Unidos. Pero esto no es lo que Dios quiere.

Cuando Dios nos mira, Él ve más allá del color de nuestra piel, o de los países de dónde venimos, o del idioma que hablamos. Dios solo ve a sus hijos, a sus amados hijos y a sus amadas hijas. Dios nos ha dado la bella misión de reunir a todos los pueblos de la Tierra en una sola familia de Dios. ¡El fuego que empezó en Pentecostés debe seguir ardiendo en nosotros! Somos llamados a continuar el trabajo de Jesucristo.

Jesús mismo nos está enviando al mundo. Él nos está enviando a nuestros hogares, a nuestros centros de trabajo, a nuestros vecindarios. Dondequiera que nos encontremos, Jesús nos está llamando a ser discípulos misioneros. Y cuando vemos a nuestra ciudad y a nuestro país en este momento, podemos ver que tenemos una importante responsabilidad para compartir la verdad de que todos somos hijos de Dios, y que Dios ama a cada persona. Como sabemos, esto es un desafío.

En los eventos de esta semana, podemos ver que hay millones de nuestros hermanos y hermanas que todavía son forzados a sufrir humillación y desigualdad solo por su raza y por el color de su piel. Esto no está bien. Esto no debe funcionar así en Estados Unidos. El racismo es un pecado y niega lo que Dios quiere para la persona humana. Todos lo sabemos. Pero el camino hacia adelante para todos nosotros es el amor, no el odio y no la violencia. Nada se gana con la violencia y mucho se pierde. Jesús dijo en el Evangelio del domingo pasado, “Que la paz sea con ustedes.” Hoy, Él nos está diciendo esas mismas palabras. Él nos está invitando a abrir nuestros corazones, a recibir Su Espíritu. A recibir el poder de Dios, el amor de Dios.

Que nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe y Reina de Paz, nos ayude a seguir el camino de la no violencia y a encontrar la fuerza para eliminar el racismo de nuestros corazones y para que trabajemos para construir una sociedad por la vida, la libertad, y la igualdad para todos.

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