Oremos

¡Cómo ha cambiado el mundo en unas cuantas semanas!

Parece difícil recordar la vida antes del brote mundial del coronavirus y actualmente es difícil imaginar que la vida pueda algún día volver a la normalidad. Nos parece que, en este momento, en este tiempo en el que tantos padecen por el miedo y la incertidumbre, nuestro Padre Celestial nos está llamando a intensificar nuestra adoración, nuestro discipulado. Nos está llamando a buscarlo con todo nuestro corazón, a servirlo con toda nuestra vida. Nos está llamando a confiar en su Providencia, en su plan para nuestra vida y para nuestro mundo.

Éste es el momento de intensificar nuestras oraciones y sacrificios por el amor de Dios y el amor a nuestro prójimo. Acerquémonos unos a otros en nuestro amor por Él. Estamos llamados a llevar las cargas de los demás y debemos solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas, como una sola familia. Necesitamos reflexionar sobre la fragilidad de nuestra vida y redescubrir lo que realmente importa.

Recuerden: Somos un pueblo de fe, no de miedo.

Jesús nos acompaña incluso ahora y sabemos que en todas las cosas Él actúa para el bien de los que lo aman. Y tenemos también su promesa: “en el mundo tendrán tribulaciones, pero tengan valor, pues yo he vencido al mundo.”

Oremos por todos los afectados por este virus, así como también por todos aquellos que están trabajando para atenderlos.

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