Mayo: Mes de la Virgen

Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea pues! Señora y abogada nuestra: vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús: fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

  • María fue la primera persona en consagrarse a Jesucristo, la primera en ofrecerle todo su corazón para hacer su voluntad, para ponerse al servicio de su hermoso plan de redención.
  • María llevó al niño Jesús en su vientre bendito, debajo de su Corazón Inmaculado y ella estuvo con Él al pie de su Cruz, cuando el Sagrado Corazón de Él fue traspasado. Ella nos acompaña ahora, como siempre lo ha hecho y como siempre lo hará, ella, que es la Madre de Jesús y la Madre de la Iglesia.
  • Así como Jesús se encomendó a sí mismo a María, nosotros tenemos que entregarnos a ella y mirarla como nuestro modelo, así como los niños miran a su madre.
  • De María, aprendemos a confiar en que el plan amoroso de Dios se cumplirá, en nuestras vidas y en la historia. De María, aprendemos a abrir nuestros corazones a Jesús, a meditar en sus palabras y en su vida. Y de María, aprendemos a hacer todo lo que Él nos diga, a abandonarnos a la voluntad de Dios; a pedir, siempre con ella: “Hágase en mí según tu palabra.”
  • Como nos lo enseñan los santos, la mejor manera de crecer en nuestro amor a María es contemplar a Jesús en los misterios del Rosario, a través de la mirada amorosa de ella.
  • Y el Papa Francisco nos está alentando a “redescubrir en el mes de mayo la belleza de rezar el Rosario en casa.” Entonces, tal vez todos podamos ofrecerle a María este pequeño regalo durante el mes de mayo. Quizás podamos buscar tiempo para reunirnos todos los días, para rezar el Rosario en nuestras familias y en nuestros hogares. Tal vez podamos empezar de una manera sencilla, incluso solamente rezando una década del Rosario. Será algo hermoso que nuestras familias le pueden ofrecer a María, nuestra Santísima Madre. Y podemos tener la certeza absoluta de que ella está intercediendo por nosotros en estos tiempos difíciles.

Nota personal de parte de nuestro párroco: Oren por mí esta semana y yo oraré por ustedes. Entreguémosle nuestro corazón a Jesús, a través del corazón de su Madre. Y procuremos conservar en nuestro corazón lo que ella nos dijo: que Dios ha hecho grandes cosas por nosotros y que su misericordia se extiende de generación en generación.

María es la Madre del amor justo y de la santa esperanza. Y sabemos que al final, su Corazón Inmaculado triunfará. Porque para Dios todo se puede, nada es imposible.

 

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