9 de mayo: Cristo es Nuestra Paz

Como hemos oído varias veces en este tiempo Pascual, Jesús nos dijo, “No se inquieten ni se acobarden” porque “la paz les dejo; mi paz les doy.” (Juan 14, 27-31) Esta es la certeza confiada que Jesús nos da.

Fíjense que en estas palabras no se hace una llamada a “luchar por la paz” sino a “recibir el don de la paz del Señor.” Este es un cambio sustantivo.

A menudo, nuestro concepto de paz equivale a ausencia de conflictos, a tranquilidad. Esta paz de “fin de semana tumbados en la arena” no es la paz de quien ha venido a traer fuego a la tierra. La paz que Jesús anuncia y la paz que Jesús es (Cristo es nuestra paz) es una realidad que va más allá de la ausencia de guerra: implica una forma de entender la vida y las relaciones con Dios, con los demás, y con la naturaleza (el mundo creado por Dios).

Oremos. “Padre, queremos vivir en unión contigo, para que esa paz de tu Hijo Jesús esté siempre con nosotros y para que tengamos la serena fortaleza de animar y rejuvenecer a nuestros hermanos y hermanas aun en medio de nuestras tribulaciones y dificultades, por medio del mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

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