31 de diciembre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

Vamos a comenzar el año nuevo con la antigua formula de bendición, recogida en el libro de los Números (6, 22-27), que reza así: “El Señor te bendiga y te guarde. El Señor ilumine su rostro sobre ti y te sea propicio. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.” Este es nuestro deseo para nuestras familias, nuestra comunidad parroquial, y el mundo entero al comenzar el año. ¡Feliz año a todos!

Esta solemne bendición que pronunciaban los sacerdotes sobre los israelitas en las grandes fiestas religiosas está marcada precisamente por el nombre del Señor, que se repite tres veces, como para expresar la plenitud y la fuerza que deriva de esa invocación. En efecto, este texto de bendición litúrgica evoca la riqueza de gracia y de paz que Dios da al hombre, con una disposición benévola respecto a este, y que se manifiesta con el “resplandecer” del rostro divino y el “dirigirlo” hacia nosotros. Al comienzo del año, pedimos esa bendición de Dios para que encamine nuestros pasos por caminos de paz y justicia.

Oremos. “Padre amoroso, nos has dado a tu Hijo Jesús, como nuestro guía en tu camino de paz, y a María, su Madre, como nuestro modelo de fe. Que en este nuevo año tu gracia sea más fuerte que nuestra  debilidad. Sigue bendiciéndonos y que Jesús y María nos inspiren para que todo lo que digamos y hagamos te dé gozosa alabanza a ti y nos lleve con seguridad a la alegría eterna. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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