29 de septiembre: Fiesta de los Santos Arcángeles

San Miguel, en Hebreo, significa: “¿Quién como Dios?” San Miguel es uno de los principales ángeles; su nombre era el grito de guerra de los ángeles buenos en la batalla librada en el cielo en contra del enemigo y sus seguidores. Su nombre se encuentra cuatro veces en la Escritura: Daniel 10,13-21; Daniel 12; en la epístola católica de San Judas 1,9; y Apocalipsis 12,7: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón.” San Juan habla del gran conflicto al final de los tiempos, que refleja también la batalla en el cielo al principio de los tiempos. Según estos pasajes bíblicos, la tradición cristiana le da a San Miguel cuatro oficios: pelear contra Satanás; rescatar las almas de los fieles del poder del enemigo, especialmente a la hora de la muerte; ser el campeón del pueblo de Dios (los judíos en la Antigua Ley y los cristianos en el Nuevo Testamento; y llamar de la tierra y traer las almas de los hombres a juicio.

San Gabriel, que significa “fortaleza de Dios,” es el ángel de la Encarnación y del Consuelo, y en la tradición cristiana Gabriel es siempre el ángel de la misericordia mientras que Miguel es más bien el del juicio. Al mismo tiempo, incluso en la Biblia, es de Gabriel, el poder del ángel de Dios, y es importante notar la frecuencia con la que tales palabras como: “grande.” “pueda,” “poder,” y “fuerza” aparecen en los pasajes Bíblicos.

San Raphael (“Medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”) aparece en las Escrituras solamente en el Libro de Tobías. Aquí aparece primero disfrazado en forma humana, como el viajero acompañante del hijo de Tobías, llamándose a sí mismo “Azarías el hijo del gran Ananías.” La historia de esta travesía está llena de aventuras, y en ella es visible la influencia protectora del ángel que se muestra de diferentes maneras, incluyendo la atadura “en el desierto del alto Egipto” del demonio quien previamente había matado a siete esposos de Sara, hija de Raquel, y que es pintorescamente relatada en Tobías.

Oremos. “Dios todopoderoso, que con providencia admirable, has confiado a los ángeles y a los hombres  su misión particular, haz que quienes te sirven constantemente en el cielo nos protejan siempre en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.”

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