28 de marzo: La Santa Palabra de Dios

Para la gente que cree, “la edad de oro” se sitúa en el futuro, no en el pasado. A veces, en el Antiguo Testamento de la Biblia, los profetas miraban a los orígenes, al pasado, como “la edad dorada” de la que la humanidad había decaído. Pero, para el creyente cristiano, hay un nuevo mundo que hay que construir como señal del Nuevo Cielo. La vida se sitúa en el futuro y la edificación de este “mundo nuevo” comenzó en serio con Cristo. Su palabra renueva a la gente. La fe en Él lleva consigo vida, curación, y esperanza, algo por lo que vale la pena vivir … y alegría ahora y mucho más en el futuro: habrá un mundo nuevo, una nueva relación con Dios, un nuevo Pueblo de Dios.

Cada año la Iglesia nos ofrece este tiempo de Cuaresma como una oportunidad para llegar a ser los seguidores de Cristo soñados por Jesús: valientes, cercanos a Dios, esperanzados, pensando de nuevo en los demás más que en nosotros mismos y en nuestros intereses insignificantes o mezquinos. Sigamos dejando al Señor que nos renueve con su fuerza y su gracia.

Oremos. “Padre todopoderoso, tú quieres no que nos volvamos al pasado para añorarlo y para llorar sobre él, sino que tengamos esperanza en el futuro, en la nueva tierra y en los nuevos cielos. Danos una fe firme en tu Hijo, Jesucristo, para que, a pesar de los defectos de nuestro tiempo, tengamos fe en un futuro mejor, que tú quieres que construyamos con tu Hijo que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.”

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