Estimados hermanos y hermanas:
Las generaciones futuras recordarán ésta como un tiempo en el que la enfermedad y la muerte oscurecieron de repente toda la tierra. Al continuar nuestra peregrinación por “el desierto” que es la pandemia de coronavirus, estamos invitados a mantener nuestra fe y esperanza. Hay unos de nosotros que estamos ahora en cuarentena, pero sabemos todos que nuestro Redentor está vivo. Incluso en este tiempo extraordinario y desafiante, damos gracias por lo que Jesucristo ha hecho por nosotros a través de su vida, muerte, y Resurrección. Nos maravillamos siempre ante el hermoso misterio de nuestra salvación, ante qué tan precioso es cada uno de nosotros a los ojos de Dios.
Nuestra iglesia puede estar cerrada y puedo estar yo en cuarentena, pero ¡Cristo no está en cuarentena y su Evangelio no está encadenado! El corazón de nuestro Señor permanece abierto para todo hombre y toda mujer. Aunque no podemos darle culto juntos (más que nuestras Misas transmitidas), cada uno de nosotros puede buscarlo en el tabernáculo de su propio corazón y en el amor de la familia. Como Él nos ama y como su amor nunca puede cambiar, no debemos tener miedo, incluso en este momento de prueba y dificultad. En estos momentos difíciles, renovemos nuestra fe en su amor. Y pidámosle a nuestra Santísima Madre María que interceda por nosotros, para que Él nos libre de todo mal y nos conceda la paz en nuestros días.
Gracias por su afecto, su apoyo, y sus oraciones. Voy a regresar a la Misa y al ministerio en la parroquia lo más rápido posible, pero también según los consejos de mis doctores.
Santa Monica: ruega por nosotros. San Agustín: ruega por nosotros. O Jesus: sálvanos.