28-29 de mayo: Preparándonos Para Celebrar La Misa Dominical

Hoy la Iglesia Universal, en la solemne celebración de la Ascensión del Señor, se alegra con el triunfo de su Salvador. Cristo Jesús es glorificado. Ha cumplido su misión y ahora ha alcanzado la plenitud, también en cuanto Hombre, junto al Padre, y al Espíritu Santo. El Catecismo de la Iglesia Católica describe así el misterio que estamos celebrando: “La Ascensión de Cristo al cielo significa su participación en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra.” (CCE 668)

La Ascensión de Jesucristo significaba para los primeros creyentes la consumación de la victoria de Él y la certeza de que espera nuestra llegada adonde Él ya está. Hoy, también para nosotros, el día de la Ascensión es la fiesta de la esperanza y la alegría. Siempre hay oportunidad de esperanza, de transformación hacia algo mejor.

Es verdad que el compromiso de ser testigos de Cristo en el mundo es exigente y muchas veces comporta dificultades – es más cómodo seguir las propuestas de este mundo – pero debe prevalecer claramente la opción de la esperanza. Todos estamos incluidos en el triunfo de Cristo, aunque todavía nos quede el camino por recorrer.

El Señor nos dice, como les dijo a los apóstoles, “Sean mis testigos para el mundo entero.” No nos quedemos mirando pasivamente al cielo, sino que seamos su mensaje de esperanza para los hombres de la tierra por el modo cómo vivimos su Evangelio. Que Él permanezca con nosotros por medio de su Espíritu ahora y hasta el fin de los tiempos. Amén.

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