25 de mayo: Todo Tiene Su Tiempo

Todo tiene su orden. Así sucede en el proyecto de Dios. Si lo propio del sabio es ordenar, con cuánta más razón cabe decirlo de Dios, infinitamente sabio y fuente de toda sabiduría. Todo tiene su orden: primero, la partida de Jesús; luego, el don del Espíritu. Jesús lo revela: “Les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.”

Primero, la partida del Maestro, a cuya muerte va unido el don del Espíritu. San Hipólito lo expresa con una bella imagen: “Igual que cuando se rompe un frasco de perfume, su olor se difunde por todas partes, al romperse el Cuerpo de Cristo en la Cruz, su Espíritu, que mientras estuvo vivo había poseído en exclusiva, se derramó en los corazones de todos.”

Luego, la Resurrección de Jesús, a la que de nuevo va unido el don del Espíritu. El Evangelista San Juan lo había indicado páginas atrás: “No había sido dado el Espíritu porque Jesús no había sido Resucitado de entre los muertos.” (7,39) Sí, todo tiene su orden y todo tiene su tiempo.

Demos gracias a Jesús, porque Él nos da el Espíritu Santo para guiarnos a cada uno de nosotros y a toda la Iglesia por los caminos del Evangelio. Él nos ayudará a llevar el Evangelio al mundo, aclarándonos el mensaje de esperanza y dándonos el discernimiento y la fortaleza para comunicarlo al mundo de hoy.

Oremos. “Oh Dios, envíanos el Espíritu de tu Hijo, para que lleguemos a ser signos de la presencia de Cristo entre nosotros al compartir unos con otros y al dar al mundo el pan de amor y justicia. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen.”

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