22 de septiembre: El Otoño

Hoy marcamos el empiezo del otoño. Aunque las temperaturas no han bajado, ya los árboles empiezan a madurar sus hojas, los días se acortan, y las aves empiezan a emigrar. Todo empieza a cambiar, y pronto los colores llenarán las montañas que lentamente se desvestirán. El otoño es una estación de cambios sutiles y lentos, como si el año estuviera recogiendo, cosechando el producto de lo que ha ido sembrando. Nos invita a detenernos para disfrutarlo.

Muchas veces decimos que una persona está en “el otoño de su vida” cuando empieza a envejecer. No hay duda de que hay cierta similitud entre ambos acontecimientos. A lo largo de la vida, una persona llega a lo que llamamos madurez. Año tras año, el otoño nos invita a reflexionar en los cambios de vida en la naturaleza. También nosotros deberíamos detenernos y relacionar los cambios en nuestra vida espiritual. Aprovechemos este otoño para mirar nuestros propios cambios y crecimiento espiritual.

Oremos. “Haznos ver, Señor, tu rostro de luz en la frialdad de la mañana, en el canto del arroyo, en el grito del otoño. Alza, Señor, tu rostro de Pascua en el pasar de las horas, en la marcha de los días, en la danza de las estaciones. Haz brillar, Señor, tu rostro de bondad sobre la roya de las hojas. Haz brillar, Señor, tu rostro de paz por el murmullo de las cosas, por la música de los silencios, y por la sonrisa de las palabras. Haznos caminar, Señor, a la luz de tu rostro hacia los caminos de eternidad, hacia la casa de nuestro Padre. Por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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