20 de abril: La Presencia del Señor Resucitado

A nosotros nos puede pasar como a los discípulos de Emaús (Lucas 24, 13-35): que en el camino de nuestra vida estemos como peregrinos desalentados y sin ilusión.

Sin ser conscientes de la presencia de Dios, viajamos, conversamos con extraños o con amigos, comemos, somos indiferentes, tenemos poca esperanza. Pero, cuestionados por las palabras y la presencia del Señor Resucitado, seguimos caminando con Él como con nuestro hermano y Señor, le reconocemos en los hermanos y, de modo particular, “al partir el pan” en nuestras asambleas Eucarísticas, y así llegamos a ser un pueblo de esperanza. Le reconocemos también al partir y repartir el pan con los hermanos, cuando compartimos los unos con los otros todo lo que tenemos. Y si lo hacemos así, la gente seguramente reconocerá también a Jesús en nosotros.

¡Ojalá también nosotros pudiéramos decir con los discípulos de Emaús:” ¿No sentíamos arder nuestro corazón mientras Jesús caminaba con nosotros por el camino y nos revelaba su Buena Noticia?”

Oremos. “Padre, resucítanos y haznos marchar animosos, con alegría y esperanza como nuevos discípulos de Emaús, compañeros de camino de Aquel a quien resucitaste de entre los muertos, Jesucristo, nuestro Señor Resucitado, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”

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