15 de enero: El Día del Señor

Un periodista le preguntó a la Madre Teresa: “Madre, ¿no le molesta la fama de santa que despierta en todas partes?” Ella respondió: “No, ¿por qué habría que molestarme? Para mí es un deber luchar por la santidad como para todos los cristianos.”

Se supone que un cristiano, un seguidor y discípulo de Cristo, es alguien que intenta ser santo y buen testigo del mismo Cristo, de palabras y de obras. En el Evangelio de San Juan (1 29-34), el primer gran testigo de Jesús es Juan el Bautista, que le señaló con el dedo y le mostró a la gente. Pero incluso San Juan tuvo que reconocer que al principio no sabía quién era completa y realmente Jesús y que tenía que convertirse, para conocer bien la identidad de Jesús y lo que Él proclamaba. Sólo entonces, pudo llegar a ser testigo creíble y convincente.

Y nosotros, ¿acaso no tenemos que aprender mejor quién es Jesús y lo que Él significa para nosotros y para la gente, de modo que podamos ser más cercanos e íntimos a Él y atraer hacia Él a la gente?

Oremos. “Padre, danos el valor para dar testimonio de que tu Hijo quita el pecado del mundo y de que Él es nuestro único Elegido. Que tu Espíritu descienda y permanezca también en nosotros, para que nuestro testimonio sea creíble, gracias a nuestro modo de vida. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro Señor. Amén.”

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