14 de mayo: Primeras Comuniones

Hoy y el 21 de mayo vamos a celebrar Misas de Primera Comunión. Estamos agradecidos por todos los niños y jóvenes que han tomado en serio sus preparaciones desde el otoño. Estamos agradecidos por sus maestras también. Ellas han sacrificado mucho para enseñar y ayudar a nuestros candidatos.

Recordamos en este tiempo que Jesús es el Pan de Vida, y el que come de este Pan y bebe de su Sangre no tendrá hambre ni sed. Jesús colma los deseos y expectativas más profundas y fundamentales del ser humano. El saciado de esta manera, el que experimenta en su vida la plenitud que da la fe en Cristo, está capacitado para dar la vida. Ahora bien, dar la vida, de una vez o en el día a día, es perder a los ojos de este mundo: tener hambre y sed físicas, padecer enfermedades, sucumbir ante las persecuciones. Pero esa derrota, según los criterios del mundo, es una victoria para el que “viene a Cristo” y cree en Él, porque expresa la suprema libertad de todos los condicionamientos mundanos, la capacidad de disponer de la propia vida, y darla con generosidad.

La fe, alimentada por Cristo, Pan de Vida, no nos garantiza el éxito en los asuntos de este mundo, es más, en ocasiones, nos complica la vida, pero nos da la perspectiva de esa plenitud que se refleja en la resurrección de los muertos, la Resurrección de Cristo, en la que esperamos participar. Pero la verdad es que ya estamos participando en su Resurrección, precisamente por medio del Pan Eucarístico, que nos lleva, nos debe llevar, superando todo temor, a cumplir la voluntad del Padre, al testimonio de fe, y a las obras del amor.

Oremos. Te damos gracias Padre, más que nunca en este tiempo Pascual en que celebramos que Cristo ha Resucitado de entre los muertos. Te damos gracias porque Él, con la oblación de su cuerpo en la Cruz, llevó a plenitud los sacrificios de la antigua ley, y al ofrecerse a ti por nuestra salvación quiso ser a un tiempo: víctima, sacerdote, y altar. Llenos de la alegría Pascual, no unimos a los santos y los ángeles dándote gracias por todo lo que hemos recibido, especialmente tu gracia sacramental. Por Jesucristo quien vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

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