10 de marzo: Muy Buena Lección Cuaresmal

Cuando perdonamos a los que nos han ofendido, algunas cicatrices persisten y requieren largo tiempo para curar definitivamente. Aunque no hayamos sufrido personalmente un crimen o un delito, clamamos por sangre y venganza en nombre de la sociedad. Y nos cuesta tratar humanamente, como si no hubieran hecho nada malo, a un preso liberado ya, o a un notorio pecador, que han cumplido la pena y han compensado ya por su fallo o delito. Pero Dios sí trata así. Él permanece fiel al amor dado y sellado una vez para siempre.

En el Evangelio de San Lucas (15, 1-3.11-32) encontramos la bella parábola del Hijo Pródigo. El Padre  (que representa a Dios) sale al encuentro y se adelanta, tanto para acoger al hijo pecador que vuelve a su casa, como para invitar al hijo mayor que encuentra difícil acoger al hermano perdido, para participar así todos juntos en la alegría, el perdón, y el regreso a la casa del Padre.

Para reflejar: Tenemos que celebrar y regocijarnos porque muchos de nuestros hermanos y hermanas estaban muertos y ahora han vuelto a la vida por medio del perdón y reconciliación. Estaban perdidos y les hemos  encontrado. Alegrémonos, con la bendición Cuaresmal de Dios.

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