La primera venida del Señor se realizó gracias a Santa María, La Virgen de la Esperanza y Madre del Salvador. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. Hoy, que preparamos, cada año, una “nueva venida,” los ojos de la Iglesia se vuelven a ella, para aprender, con estremecimiento y humildad agradecida, cómo se espera y cómo se prepara la venida del Emmanuel: del Dios con nosotros. Más aún, para aprender también cómo se da al mundo el Salvador. Ella nos puede inspirar de una manera única.
¿Quiénes personas más de las Escrituras y de nuestra tradición nos pueden inspirar durante de la temporada de Adviento? Unos ejemplos: Abraham – Dios le dijo a él que su descendencia iba a ser numerosa como las estrella del cielo y las arenas del mar, y sí fue. David – Dios le dijo al Rey que el Mesías iba a ser de su familia. Isaías – Dios le dijo a él que el Mesías iba a nacer de la Virgen. Miqueas – Dios le dijo al profeta Miqueas en Belén iba a nacer su Hijo. Los Reyes Magos – esperaban la venida del Salvador del mundo entero. Los Pastores – fueron avisados por un ángel del gran acontecimiento, la venida del Mesías. Entremos con todos ellos en un espíritu de gracias por todo lo que Dios ha hecho por ellos y por nosotros.
Oremos. “O Dios, en tu Hijo Jesucristo tú invitas a todos y cada uno a conocerte y amarte y a vivir en tu perenne paz. Guarda vivo en nosotros el celo santo para llevar a todos la luz de tu verdad y las riquezas de tu vida y amor, sin ninguna distinción de raza, lengua o cultura. Ojalá, que todos los habitantes del mundo lleguen a conocerte y amarte como al Padre misericordioso de todos, por medio de nuestro Salvador, Jesucristo nuestro Señor. Amén.”
Extra: Hoy celebramos la Fiesta de San Ambrosio, quien hizo sus estudios en Roma, y comenzó una brillante carrera en Sirmio. El año 374, residiendo en Milán y siendo gobernador de Liguria, fue elegido por aclamación popular, de modo inesperado ya que sólo era catecúmeno, Obispo de la ciudad, y fue ordenado el 7 de diciembre. Fiel cumplidor de su oficio, se distinguió, sobre todo por su caridad y por ser auténtico pastor de los fieles. Murió el 4 de abril del año 397.
