23-24 de septiembre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

La Viña y los Trabajadores

Todavía son muchos los convencidos de que en esta vida estamos para hacer méritos, sumar puntos, y ganarnos la felicidad eterna. Todavía son muchos los convencidos de que es el propio esfuerzo lo que justifica al hombre ante Dios. Y, conectado a pensamientos así, debemos admitir que en la vida diaria hay algo muy humano: trabajar por el salario, trabajar para cobrar. Y no vamos a decir que esto de “trabajar por el salario” está mal, porque si no lo cobra el que trabaja se lo queda quien tendría que pagar. Evidentemente, pueden darse mil situaciones diversas en las relaciones entre trabajo y recompensa, pero lo normal es que quien trabaje más, cobre más, dentro de un mismo tipo de trabajo.

Por eso, es natural que cada vez que escuchamos la parábola de Jesús de la Viña y los Trabajadores (Mateo 20, 1-16) que vamos a leer en la Misa del domingo, nos cueste comprenderla. Hay en la parábola algo que nos sorprende – y esto no es malo que nos sorprenda la historia (o que a veces nos escandalice). ¡Probablemente ésta era la intención de Jesús! Pero Él no pretende hablar de relaciones económicas o laborales. No nos hallamos ante una norma social, sino ante una parábola. Son cosas distintas. Esta reacción nuestra ante esta parábola, de sorpresa o de escándalo, puede ser un síntoma de que algo no funciona en nuestra comprensión de Dios, de su Hijo, y de su Reino. Y esto es el riesgo cuando pensamos que estamos para hacer méritos, sumar puntos, y ganarnos la felicidad eterna.

Pidámosle a Dios que sintonice nuestros pensamientos con los suyos. “Señor, Dios nuestro, tú dices de ti mismo que eres bueno, con un amor que sobrepasa incluso a tu sentido de justicia. Gracias por aceptar tanto a los pequeños como a los grandes, a los que vuelven a ti a última hora como a los que, por tu amoroso llamado, han trabajado duro en tu viña toda la vida. Ábrenos más a los dones gratuitos de tu gracia. Y haz que los aceptemos con gratitud y que apreciemos cuando das generosamente a otros. Transforma nuestros caminos egoístas en tus caminos de amor. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

 

 

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