“Quien cree en el Hijo del Hombre, tiene vida eterna,” dice Jesús. Sí, creemos en Él, pero creemos con una fe activa, una fe que traduce nuestras creencias en acción, en vida. Esa es una manera profunda de dar testimonio de Cristo.
El tiempo Pascual nos está recordando que el núcleo de nuestra fe es que le debemos una nueva vida a Jesús, por quien hemos vuelto a nacer. El Espíritu – que Jesús nos da sin medida – nos impulsa a dar testimonio del mismo Jesús y de su nueva vida en nosotros.
Oremos. “Padre, que, por el poder del Espíritu, vivo en nosotros, comuniquemos al mundo, y los unos a los otros, tu Palabra liberadora. Que asimilemos esta Palabra de la manera más profunda cuando la hayamos compartido con los hermanos y hermanas. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”
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Según el Papa Francisco: Una de las riquezas de la Pascua es esta realización: “El Señor viene cuando lo anunciamos y no cuando lo tenemos estrechamente junto a nosotros por miedo a los juicios o las críticas. Esto es lo que nos enseñan las mujeres presentes enfrente de la tumba de Jesús el domingo de Pascua – a Jesús se le encuentra dando testimonio de Él, mete esto en el corazón. Anuncia al Señor y lo encontrarás, busca al Señor y lo encontrarás.”
