19 de mayo: Que Todos Sean Uno

Al fin de la Ultima Cena (Juan 17), Jesús pide al Padre el don de la fe y del amor para todos los creyentes: “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti.” La fraternidad, por supuesto, es el signo por excelencia de un cristianismo auténtico.

Esta fraternidad que Jesús pide no es uniformidad. No se trata de que todos debamos pasar por un mismo modelo. La fraternidad cristiana es una invitación permanente para saber integrar las diferencias de los demás, no verlas como una amenaza, sino como una posibilidad de enriquecimiento mutuo. No es una tarea fácil, es un desafío constante. Por instinto natural tendemos a asociarnos con personas de nuestra misma cultura, que hablan nuestra propia lengua o comparten nuestra sensibilidad. En el peor de los casos tendemos a ver al que es diferente como un enemigo. Por eso, nuestro mundo está tan dividido, enfrentado, en guerras, ensangrentado.

Las palabras de Jesús son claras y asocian la credibilidad del cristianismo a su capacidad de fomentar la fraternidad. Allí donde los cristianos se esfuerzan en vivir como hermanos y hermanas, allí donde se tiene como ideal supremo aceptar al otro como es para crear la unidad, allí donde no se busca sobresalir, imponerse, competir, relucir, sino que se busca ayudar, comprenderse, apoyarse, allí donde la misericordia y la compasión son un programa prioritario, allí se ponen las bases de la recuperación de credibilidad del cristianismo. Con facilidad olvidamos esta invitación de Jesús a la unidad, que es el signo creíble de su mensaje.

Si nosotros somos realmente uno, ése es el mejor testimonio que podemos dar de Jesús, de que el Padre le envió, de que creemos realmente en Él y de que Él vive en nosotros. La división entre las Iglesias, así como la división y las peleas en nuestras comunidades, son un “anti-testimonio” de Cristo y de su Evangelio. Que el Espíritu de Dios nos una en un sincero y verdadero amor.

Oremos. “O Dios, creemos en ti y sabemos que tú amaste a Jesús con un amor profundo, confiado y eterno. Que el Espíritu Santo derrame este amor en los corazones de todos los que creemos en Jesús, nuestro Pastor y Salvador. Que este amor nos una en un lazo común de comprensión y respeto mutuo y nos disponga a vivir los unos para los otros y a servirnos mutuamente como hermanos, a causa de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

***

Extra: Serie de Presentaciones del Año de San José 

Acompáñenos en la primera presentación de una serie especial en español, con el Diácono Félix García, el miércoles, 19 de mayo a las 7pm por medio de Facebook Live en facebook.com/archdpdx

footer-logo
Translate »