9-10 de febrero: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

El Evangelio de San Marcos nos dice, de muchas maneras,  que algo muy importante está ocurriendo con la venida del Reino de Dios en la persona de Jesús. Recordemos que las personas en la antigüedad, del tiempo de Jesús y anteriormente, veían en las enfermedades el castigo de Dios por los pecados. Jesús, en cambio, se solidariza con todos los que sufren y hace suyo el sufrimiento de los demás. Él tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros pecados. A la petición del leproso en Marcos 1, 40-45, no le pone ninguna condición ni exigencia previa. Jesús lo cura porque ve que el leproso quiere ser curado y tiene confianza en el poder de Jesús. Luego sí, le recomienda que siga los pasos marcados por la Ley para poder de nuevo reintegrarse plenamente a la comunidad humana.

Anticipando la Misa dominical, el Señor mismo nos invita a considerar unas preguntas claves: ¿Son nuestros miedos irracionales los que tantas veces no nos permiten vivir en paz con los demás? ¿Imaginamos al “otro” como una amenaza para nuestra vida, para nuestro bienestar? ¿De dónde viene la amenaza … de los enfermos, de los pobres, de los emigrantes, de los que son (supuestamente) diferentes? ¿Hay posibilidad de que nuestros miedos no nos dejan ser felices?

La verdad es que son nuestros miedos personales los que tantas veces nos paralizan en nuestra vida y nos impiden integrarnos totalmente en la familia, en la comunidad, y en la sociedad. A veces nos refugiamos en nuestra madriguera a rascar nuestras heridas. Necesitamos que alguien nos libere de esa “lepra interior” y nos integre de nuevo en la familia humana. Pidámosle a Jesús que nos sane de nuestras enfermedades y nos ayude a ser instrumentos de paz y reconciliación en nuestro mundo.

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