8 de octubre: Poniendo La Fe En Práctica

Cuando hablamos de la importancia de “poner en práctica” nuestra fe, lo más importante es saber que Dios está con nosotros siempre, nunca nos abandona. Él nos regala el don de la fe, que necesita ser alimentada para que vaya creciendo en nosotros y que es dada a quien se lo pide de corazón. “La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.” (Catecismo de la Iglesia Católica, n 164)

Para alimentar nuestra fe, para ponerla en práctica mejor, necesitamos la ayuda de otros. Acompañarnos los unos a los otros en este camino de fe, iluminada por la palabra de Dios, la oración, y fortalecida por los sacramentos. La fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. “Nadie se ha dado la fe asímismo, como nadie se ha dado la vida así mismo. El creyente ha recibido la fe de otro y debe trasmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres, y el servicio compartido con ellos, nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de otros, y por mi fe contribuyo a sostener la fe de los otros.” (Catecismo de la Iglesia Católica, n 166).

Oremos. “O Dios, tu Hijo nació a este mundo de la Bienaventurada Virgen María. Te alabamos por tu bondad; pero también te pedimos: Que tu Hijo nazca en nosotros por la fe, en nuestras vidas, en nuestras palabras, en nuestros pensamientos, en nuestras actitudes, y en todo lo que hacemos. Y entonces, desde nuestra plenitud, sepamos compartirlo con los que nos rodean, ya que el Señor pertenece a todos sin distinción ahora y por los siglos de los siglos. Amén.”

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