8 de marzo: La Perseverancia

Según la Biblia, un profeta es siempre una persona que molesta. Su misión es llamar la atención sobre los signos de los tiempos – denunciar lo que nadie se atreve a denunciar, empujar a la acción cuando nadie se mueve y cuando se toman las cosas con excesiva calma. Su tarea es desagradable y la lleva a cabo de mala gana, porque suele ser un hombre tímido y miedoso. Suplica que le excusen, porque siempre se mete en problemas. Incluso es probable que le encarcelen y le asesinen. Esta fue la suerte de los profetas antes de Jesús.

Y ese mismo fue el destino del mismo Jesús, aunque a través de la muerte ganó la gloria y nos trajo vida. Como seguidores suyos, estamos llamados a imitar su buen ejemplo. Se nos ha dicho que “el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir.” ¿Cómo seguiremos a nuestro Señor, como discípulos que se comprometen a servir? Que Él mismo nos dé consciencia y fuerza para ello.

Oremos. “Padre, tu Hijo Jesús emprendió el camino hacia la Cruz sabiendo el sufrimiento que le esperaba, pero consciente también de que su pasión y muerte significaría vida y alegría para muchos. Danos, por favor, un poco de su valor para que no seamos ni evasivos ni miedosos en la vida, sino que hablemos con energía y actuemos con firmeza cuando se nos pida entrega y servicio o cuando esté en juego tu Reino. Que tu Hijo permanezca con nosotros ahora y por los siglos de los siglos. Amén.”

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