8 de abril: Vigilia Pascual

Según la Enseñanza de la Iglesia: “El sábado santo es el día del gran silencio: Jesús, muerto en la Cruz, ha sido colocado en el sepulcro. Con su silencio arcano y conmovedor, esta vigilia de oración prepara a la Iglesia para la Vigilia Pascual, ‘madre de todas las vigilias.’”

La celebración de esta noche es la máxima expresión de la Liturgia católica. Comienza en el exterior del templo con el rito llamado “Lucernario,” en el que se bendice el fuego nuevo, de cuyas brasas se encenderá el Cirio Pascual – Luz de Cristo – que efectivamente significa al mismo Cristo Resucitado, Luz de las almas y de las naciones, que gobierna el tiempo y la eternidad, ya que Él es el principio y el fin y cuya luz nos comunica a cada uno de nosotros para ser convertidos todos en Luz de Cristo Resucitado.

Esta noche, tal como lo afirma nuestra fe, todos nosotros que somos Iglesia vamos a ofrecer “la Misa de Misas” para elevar nuestra gozosa alabanza en unión a los coros angélicos: celebrando esta Liturgia Pascual, pregustamos la Celestial.

Oremos. “Dios de toda consolación, escucha las intenciones de tus hijos e hijas en esta noche de exultación para toda la Iglesia: concede, a quienes reconocemos la gracia liberadora de la Pascua de tu Hijo Jesús, que lleguemos a gustar para siempre la alegría de los redimidos, con Santa María Virgen y todos los demás santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

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