7 de septiembre: Día de Adoración

El 27 de marzo de 2020, en un momento temprano de la pandemia mundial, el papa Francisco caminó solo bajo la lluvia por una plaza de San Pedro vacía para ofrecer una oración por el mundo en un tiempo de crisis. “El comienzo de la fe,” dijo, “es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas”. Recordando cuando Jesús dormía en la barca mientras se desataba una tempestad (véase Marcos 4, 35-41), el Santo Padre dijo: “El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual.” Ese día, el papa Francisco presidió el rito de la Exposición Eucarística y la Bendición para centrar nuestra atención en la presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento. El Papa nos recordaba que incluso en un momento de turbulencia y crisis, Jesús está presente entre nosotros, tan presente como lo estuvo hace mucho tiempo en la barca en el mar de Galilea.

Como creyentes y discípulos, sabemos que necesitamos que Cristo esté presente en nuestras vidas. Él es nuestro sustento mismo como nos recordó: “Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes.” (Juan 6, 53)

El Señor nos acompaña de muchas maneras, pero ninguna es tan profunda como cuando lo encontramos en la Eucaristía. En nuestro camino hacia la vida eterna, Cristo nos nutre consigo mismo. Cierta vez, cuando alguien le dijo que ya no veía el sentido de ir a Misa todos los días, la sierva de Dios Dorotea Day reflexionó: “Vamos a comer de este fruto del árbol de la vida porque Jesús nos lo dijo. . . Él tomó sobre sí nuestra humanidad para que pudiéramos compartir su divinidad. Somos alimentados por su carne para que podamos crecer y ser otros Cristos.”

Ofrecemos doce horas de oración (y adoración) todos los jueves en nuestro templo (de 8:30am a 8:30pm). Todos están invitados a unirnos por unos minutos o por una hora (o más).

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