7 de octubre: Perseverantes en Oración

En su Evangelio, San Lucas nos dice que Jesús oraba con frecuencia e insistentemente, como en su agonía en el Huerto de los Olivos. El mismo Evangelio (11, 6-13) nos dice que Jesús quiere que nosotros también seamos perseverantes, insistentes, e incluso atrevidos y audaces en nuestra oración.

Dios es bueno, ¿no? ¿Cómo  puede resistirse Él a escucharnos cuando oramos? Él nos dará no solo cosas buenas, sino también el Espíritu Santo, el don que contiene todos los dones. Es cierto que Dios conoce nuestras necesidades, pero le gusta que se las presentemos. No pedimos para que Dios se entere sino porque, así, nos lo creemos más, nos colmamos de confianza, y hasta se nos cambia el corazón.

Oremos. “O Dios, cuando clamamos a ti, a veces nos preguntamos si realmente nos oyes. Mantén nuestra confianza en tu bondad y en tu constante presencia amorosa. Danos lo bueno cuando te lo pedimos y también cuando nos olvidamos de pedirlo; que te encontremos cuando te busquemos. Ábrenos cuando llamemos a tu puerta, en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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Bonus: Hoy celebramos en la Iglesia la Fiesta de la Virgen del Rosario. Había una coplilla que decía: “La cuentas del rosario son escaleras, para subir al cielo las almas buenas.” Al margen de la ingenuidad, en el rezo del Rosario, vamos desgranando, al pasar las cuentas, los misterios de Cristo, a la luz del misterio de María, su Madre. Y, a la vez, presentamos a Dios el misterio del hombre – una veces lleno de dolor, otras, colmado de gozo, siempre con la esperanza de la luz y la gloria. “Dios te salve, María…”

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