7 de enero: El Día del Señor

Celebramos hoy la Fiesta de la Epifanía del Señor: “la manifestación” de Dios a todos en el mundo, en su Hijo, Jesucristo, el Mesías. Precisamente, los Magos del relato Evangélico (Mateo 2, 1-12), venidos de Oriente, simbolizan a la gente de todas las razas y de todos los pueblos que descubren en Cristo al Hijo de Dios. Hoy es el día en que conmemoramos y revivimos el momento en el que Dios se manifiesta a los gentiles, es decir, cuando el Señor abre las puertas de su Reino a todos, sean o no hebreos, pertenezcan o no al pueblo judío.

Según indica el diccionario “epifanía” significa aparición o revelación. Fíjense que es Dios mismo que se revela y se manifiesta. Y lo hace precisamente en un niño recién nacido, el ser más desvalido y frágil que nos podemos imaginar. Un recién nacido es totalmente dependiente, es indefenso, vulnerable, y sin palabra No puede hacer nada por sí solo. ¡Ahí está Dios! Ahí los magos adoraron la presencia de Dios. Ahí (y sólo ahí) podemos encontrar nosotros “la epifanía,” la revelación de Dios. Quisiéramos adorar nosotros a un niño que no hace nada, pero que ahí está lo maravilloso: nos puede cambiar el corazón. Si nos dejamos, claro está.

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