Dios nos ha confiado mucho, como para estar permanentemente agradecidos: nos ha dado nuestros talentos y cualidades, nuestros familiares y amigos, tantas otras personas buenas a nuestro lado, las riquezas de la naturaleza, y mucho más. Preocupémonos y cuidémonos de todo lo que se nos ha encomendado.
Jesús siempre nos está enseñando, de tantas maneras, que lo importante en la vida no está en poseer dinero, sino en poseer afecto, amistad, y gente a la que querer y en cuyo cariño nos podemos apoyar. Ahí está la verdadera riqueza y el lugar hacia el que hemos de dirigir nuestro corazón. En tiempos de crisis (como ahora), el mejor antídoto espiritual es vivir y disfrutar de todo esto que el dinero no nos puede dar. Esto nadie ni nada nos lo puede arrebatar.
Oremos. “Señor, tú nos has hecho responsables contigo de muchas personas y cosas: de nosotros mismos, de otras personas, y del futuro de este nuestro mundo. Te pedimos la gracia de ser buenos administradores de todo lo que nos has confiado. Ayúdanos a usar sabia y rectamente nuestros talentos al servicio de todo lo justo y bueno, inspirados siempre por la fe y viviendo en el amor de Jesucristo quien vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.”
