4 de septiembre: El Día del Señor

¿Cómo podemos entender mejor lo que Jesús quiere decirnos en el Evangelio de hoy? (Lucas 14, 25-33)

Jesús nos dice: “Si quieren ser mis seguidores, si quieren ser cristianos, piénsenlo bien. Porque para ser discípulo verdadero hay que tener realmente ganas de serlo, hay que ser capaz de hacer lo que mi Evangelio pide, y hay que escogerlo personalmente.” No se puede ser cristianos sólo porque de pequeños nos bautizaron y toda la vida lo hemos sido.

Ser cristiano es algo muy serio. Tan serio es, que Jesús nos advierte con dos sencillas parábolas de su importancia, no sea que empecemos y acabemos mal o no acabemos. Obviamente, las parábolas no aluden a la estrategia y al cálculo humano, sino a la responsabilidad de la decisión.

No se puede ser cristiano por conveniencia o por las ventajas que pueda reportar, o porque lo es todo el mundo. Sólo se puede seguir a Jesús mediante una decisión personal. Pero una decisión muy seria, pues se trata de un compromiso que sólo Dios nos puede exigir y sólo a Dios podemos hacer. Porque es una decisión en la que nos va la vida, nos lo jugamos todo, y sin más garantía que la fe en la promesa de Dios. Por eso es una decisión que ningún hombre podría hacer sin la gracia y la ayuda de Dios.

El mismo Evangelio, el mismo Jesús, que hoy nos presenta el lado serio de nuestra condición de cristianos, es el que nos anima, diciendo que su carga es suave y su yugo ligero. Y es el mismo que nos estimula con su ejemplo, pues Él ha vencido al mundo. Y es, en fin, el mismo Jesús, que es Dios, y nos da su espíritu para que no desfallezcamos, ni decaiga nuestro ánimo. Su Palabra es exigencia y ánimo, y su Cuerpo y Sangre son el alimento que fortalece y sostiene a nosotros en nuestra decisión de por vida y hasta el final de la vida.

“Que Él, Jesús, que se ha entregado por nosotros hasta la muerte, nos ayude en este camino. Amén.”

footer-logo
Translate »