30 de abril: El Día del Señor

Todos necesitamos aprender mucho del Buen Pastor (Juan 10, 1-10). Pero no para tener éxito o sumar votos o clientes, ni para buscar por aplausos,  sino para “servir” a los demás.

Por ejemplo: conoce a los suyos. Eso significa dedicar tiempo, estar cerca, prestar atención, poner interés huyendo de rutinas, expresar afecto, y cambiar lo que sea necesario para una mejor y mayor comunión.

Por otro ejemplo: los “defiende.” Pero no en plan paternalista, sino haciendo causa común con ellos, poniéndose a su lado, y arriesgándose con ellos – particularmente a los más indefensos y vulnerables. Y se atreve a reprochar y defender la verdad. También, camina con ellos.

Por otro ejemplo más: “da la vida” por todos; es decir, no se deja comprar por nadie ni está especialmente pendiente de quienes mejor le pueden corresponder, obedecer, pagar sus servicios. “Dar la vida” son palabras mayores. Se refiere no sólo a la Cruz, sino también a la vida que hay en el vecino: a la vida del Espíritu, a su experiencia profunda de Dios.

A pesar de todas las dudas e incertidumbres, de todas las cañadas oscuras, el creyente va experimentando a Dios como alguien que sostiene, acompaña, protege, y defiende su vida, incluso en los peores momentos. Alguien que nos da fuerzas para comenzar siempre de nuevo, alguien que alimenta en nosotros una esperanza indestructible cuando la vida parece apagarse para siempre: “Yo doy la vida para que tengan vida y la tengan en abundancia.” (Juan 10,10)

Oremos. “Padre lleno de poder y de amor, tú nos has dado a nosotros, tu pueblo, un guía fiable y cuidadoso para llevarnos a ti y a los hermanos y hermanas – tu Hijo y nuestro Buen Pastor Jesucristo. Mueve nuestros corazones con las palabras del Evangelio como el mensaje de Buena Noticia hoy para nosotros, y ayúdanos también a oír su voz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

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