3 de septiembre: El Día del Señor

Jesús nos dirá muy claro en el Evangelio de la Misa del domingo (Mateo 16, 21-27), que si queremos ser sus discípulos, hemos de aceptar la voluntad de Dios, y cargar cada uno con su Cruz. Pero cargar con la Cruz no quiere decir ir a buscarla, sino cargar con firmeza las Cruces que la vida se encarga de poner sobre nuestra espalda. Sólo así, con la gracia de Dios, podremos salvar la vida. Si no pasamos por la experiencia de la Cruz, como Jesús, no podremos llegar a una Resurrección como la suya.

El Señor nos llama hoy a una actitud de “fe viva,” aún a pesar de nuestra debilidad. Él nos llama a renovar nuestro modo de pensar, sin tomar por modelo el mundo presente, sino indagando cuál es su voluntad. Él nos llama a la renuncia a nosotros mismos, a nuestras propias vidas, para ser testigos de lo que quiere Dios.

Oremos. “Oh Dios, hoy te ofrecemos el culto perfecto de tu hijo Jesucristo. Con Él te alabamos y damos gracias ofreciéndonos a nosotros mismos con Él. Que esta ofrenda no se vea limitada al momento fugaz de la Misa dominical, sino que irrumpa en la vida de cada día por medio de nuestro amor a ti y de nuestro servicio generoso al pueblo que se nos ha confiado para amarlo y para compartir con él todo lo que somos y tenemos. Te lo pedimos en nombre de Jesús, el Señor. Amén.”

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