29-30 de julio: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

Uno de los pilares de la predicación de Jesús a lo largo de su vida pública fue la llegada del Reino de los Cielos. Y lo hacía mediante parábolas o ejemplos que tomaba de la vida ordinaria para llegar a la gente, y así decía: “El Reino de los Cielos se parece a….”  Por ejemplo, el Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo; se parece también a un comerciante de perlas finas; se parece también a la red que echan en el mar. De esta manera, Jesús trata de que descubramos el Reino de Dios (o Reino de los Cielos) como lo más importante, como el valor supremo de toda persona, al tiempo que señala la actitud que debemos tener para poder conseguirlo.

Con las parábolas de la Misa de este domingo (Mateo 13, 44-52), el Señor no pretende destacar el valor material del tesoro o de la perla encontrados, sino la actitud de estos personajes que van a vender todo lo que tienen para comprar aquel campo o aquella perla fina para conseguir lo que uno y otro consideran más valioso. Él nos muestra que la aceptación del Reino, como meta del vivir humano, nos impone nuevos valores y criterios para toda nuestra vida. El nos invita a un discipulado radical.

El mismo Señor siempre nos llama a descubrir su Reino: la vida futura, vida de plenitud y eterna felicidad para los que vivan aquí, como verdaderos hijos e hijas de Dios, en su gracia. Y descubrir esta verdad de fe, es descubrir el mayor tesoro.

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