26-27 de agosto: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

La Palabra de Dios siempre provoca nuestra admiración. “¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios!” nos dice San Pablo. Siempre que repasamos sus palabras y sus gestos aparece la inmensidad de su misterio. Nos damos cuenta de su manera clara y amorosa de proceder. No lo comprendemos todo, evidentemente, pero le tenemos una confianza absoluta, porque sabemos que todo sucede para nuestro bien.

Este domingo de agosto es una buena ocasión, al escuchar las lecturas, para recordar la importancia de nuestra fe y de nuestra vida en la Iglesia. Una oportunidad para agradecer los dones que el Señor nos otorga en abundancia. Reconozcamos que su misericordia es eterna. Pidámosle que concluya su obra.

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Jesús, como hizo en otro tiempo con los Apóstoles, también a nosotros nos pregunta “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Que la Eucaristía que vamos a celebrar el domingo nos ayude a pensar y profundizar sobre el lugar que Cristo ocupa en nuestra vida y en nuestro corazón, y a reafirmar nuestra fe en Jesucristo, para que nuestras palabras y obras sean testimonio de que verdaderamente somos católicos.

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