22 de diciembre: El Pesebre

En el siglo XIII, San Francisco de Asís y sus hermanos propagaron la práctica de los “belenes” en templos y casas. De esta forma, para la Navidad de 1223 el santo realizó una representación viviente del Nacimiento de Jesús. Para ello preparó un establo e invitó a las personas del pueblo a hacer una representación real con pesebre y animales de verdad. A esta actividad le llamó ‘crèche’, que significa ‘cuna’ en francés, y fue vista por hombres, mujeres, y niños que se acercaron a ver la bellísima obra con sus antorchas encendidas. La idea de reproducir el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano; y de los seres vivos, se pasó a la utilización de figuras, pues los primeros misioneros en llegar a América fueron franciscanos y por supuesto siguieron la tradición de San Francisco de Asís.

Los pesebres invitan a reflexionar sobre la pobreza de la Sagrada Familia que nos llama a imitarle en auténtica sencillez evangélica, renunciando a los apegos materiales.

Todos están invitados a visitarnos esta semana: nuestro hermano Senen Angón nos ha dado el regalo de un pesebre (cerca al convento). “Oh ven, déjanos adorarlo.”

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Bendición del Pesebre en Casa:Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra: te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por las personas que trabajan con nosotros. Bendícenos en esta semana tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría, y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas. Hoy, al contemplar el pesebre, recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento, y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar. Te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tu nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia. Que junto con tus Ángeles y Santos vivamos siempre alabándote y glorificándote.

Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.

Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás. Amén.”

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