2 de mayo: El Mes de la Virgen María

Empezamos el mes de mayo con muchos motivos para la esperanza: Primeras Comuniones, Bodas, y graduaciones de escuela. Tradicionalmente éste es también un mes dedicado a la Virgen María. Hay varias maneras de contemplar su misterio, pero, de una manera especial, podemos verla como la Madre que aglutina a la comunidad a la espera del fuego de Pentecostés (celebrada litúrgicamente el 28 de mayo). María es el corazón de la comunidad y, al mismo tiempo, es la que abre la comunidad a la fuerza del Espíritu. El mismo Espíritu que la cubrió a ella “con su sombra” en la Encarnación es el que cubre ahora a la comunidad para que sea fecunda en el anuncio del Evangelio a todo el mundo.

La vida cristiana aparece totalmente iluminada por el valor ejemplar de la figura de María, que encarna en grado sumo las virtudes y actitudes que constituyen el fundamento de la espiritualidad cristiana desde una perspectiva Evangélica. De este modo, por condescendencia divina, la Madre del Señor se convierte para los fieles en modelo de toda virtud, pero también en una poderosa ayuda para la realización de su “ser filial” en relación con Dios Padre, en Cristo, y en el Espíritu. Es necesario por ello pedir su intercesión y confiar a la Virgen María el día a día.

Oremos. “Padre, haz, te pedimos, que el Espíritu Santo nos sorprenda con el don del ardor y del vigor cristianos; que nos rejuvenezca y nos renueve como lo hizo con los miembros de la Iglesia recién nacida, y de una manera especial, con la Madre de tu Hijo. Que tu Espíritu renueve nuestros días, nuestro amor, y nuestra vida. Que nos traiga ternura y alegría junto con apertura y acogida para con todos. Que nos fortalezca con valentía y valor para defender y apoyar todo lo que es recto y justo. Que el mismo Espíritu nos una en su amor y nos lleve a ti. Todo esto te lo pedimos por la intercesión de la Virgen María y en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

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