2 de diciembre: El Adviento y el Virus

Este adviento confinado que vivimos (en mayor o menor medida, en unos lugares u otros) nos impide organizar comidas y banquetes que siempre han sido tan habituales en estas fechas: cenas de trabajo, encuentros con amigos, las Posadas, comidas familiares. La pandemia nos obliga a repensar el modo de encontrarnos, de festejar, de querernos y recibir el cariño que todos necesitamos. La Palabra y la tradición Bíblica tiene claro que de lo más parecido al Reino de Dios y al encuentro final con Él es un banquete. Y un banquete de ricos manjares significa muy poco si no hay gente con quien compartirlo.  Por eso conmueve saber que el Señor en persona sigue preparando la mesa para nosotros. Sigue cuidando todos los detalles. Hace sitio para todos y rebosan nuestras copas, nuestros platos de pan multiplicado. Debemos mantener la esperanza: ¡Nada nos faltará!

¿Podemos imaginar hoy a Jesús mirándonos con compasión “porque llevamos muchos meses sin comer, sin poder abrazarnos, sin bailar juntos, sin visitar a los abuelos con calma, sin organizar encuentros familiares, sin viajar para estar con amigos?” Y Jesús no quiere despedirnos en ayunas, no sea que desfallezcamos por el camino. (Mateo 15,29-37) Levantaremos la mirada y diremos como el profeta Isaías: “Esperábamos en Dios y nos ha salvado. Celebremos y gocemos con su salvación.”

Oremos. “Dios omnipotente y misericordioso, haz que nunguna ocupación terrena sirva de obstáculo a quienes van presurosos al encuentro de tu Hijo, antes bien, que el aprendizaje de la sabiduría celestial nos lleve a gozar de su presencia, Él que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amen.”

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